Femenino Sagrado: 
Cuando Eva se convirtió en la serpiente 
y lo femenino en Eva
 por Alex Warden

De Le Miroir de Humaine Salvation, Circa 1455 Ludolphus de Saxon (supuesto author)

Las palabras tienen poder. Algunas pueden cambiar nuestra vida. Esto me ocurrió veinte años atrás, cuando leí en el libro de Irina Tweedie, Daughter of Fire, las palabras de su maestro: 

“La mujer es como el oro; es como la Tierra, siempre pura. 
La mujer nunca es impura”.

El impacto de estas palabras me llenó de alegría, júbilo y una sensación de pureza interior instantáneas. Me sentí rejuvenecida, digna y con una extraña sensación de alivio, como si alguien me hubiese quitado un peso enorme de encima. Pero al mismo tiempo, también sentí dudas. Parte de mí no podía creer que fuese verdad realmente. ¿Pura? ¿Siempre pura? ¿A pesar de mis limitaciones, defectos y faltas? ¿Cómo era posible?

Me sentí ambivalente por días. Las dudas me debilitaban. Temía que este sentido de pureza que había llegado a mi vida me abandonara, que mi experiencia fuese tan solo una ilusión… Y al compartir lo que sentía con mis amigas, ellas también experimentaban esta ambivalencia. Esas palabras tan liberadoras despertaban algo demasiado fuerte y profundo en quienes las escuchaban… 

A medida que pasaron los días mis temores gradualmente desaparecieron y sentí aquellas palabras fluir en mi interior y comenzar a transformarme. Con el tiempo la ambivalencia partió y esta nueva visión de mi propia pureza creció. Me sentí más entera e íntegra cada día, como si me mirase en un espejo más limpio. 

Siempre había amado la naturaleza, pero este nuevo sentido de ser, hizo que la Tierra 
tomara vida de otra manera… La Tierra se volvió un nido gigantesco, un suelo virgen, fértil y generoso donde había nacimientos por todas partes, siempre… Vi que por naturaleza, el cuerpo de cada mujer era como el planeta, un lugar donde podía anidar un alma… Luego tomé consciencia de que algo tan puro y sutil como un alma humana, nunca podría nacer de un cuerpo que no tuviese esa misma pureza… Fue en ese momento que la pureza de la Tierra, de la mujer y de lo femenino se volvió una realidad palpable para mí. Sí. Todo mi cuerpo lo afirmó. La esencia femenina es siempre pura.

Desde este nuevo lugar interior, no podía entender cómo un conocimiento tan fundamental a la salud de la misma Vida, podría haberse velado tanto, hasta volverse un secreto. 

Mientras meditaba una tarde, llegó una respuesta. Un número de imágenes que había visto de María y su Hijo volvieron a mi mente. En ellas reconocí la pureza esencial de la maternidad, del acto de traer un alma al mundo. Este secreto femenino se había  estado expresando así ante mis propios ojos desde siempre. Pero esta vez lo que se reveló fue más allá de la pureza intrínseca que hace a todas las mujeres, incluso más allá de la pureza de la Tierra. Fue el reconocimiento de la pureza de la Creación misma, porque toda la Creación es la encarnación del espíritu; es el femenino cósmico dando nacimiento al espíritu de vida –un terreno vasto donde la semilla de vida puede enraizarse, tomar forma y desarrollarse. 

Izquierda: Virgen María y Jesús, de Guido Reni, 1628 --                         
 Derecha: Raffaello-Madonna Sistina, 1513-1514 circa, oleo, Dresda


Izquierda:La Vierge au lys ~ William Bouguereau ~ (1825-1905)                    
 Derecha: Madonna e Hijo, Botticelli, Louvre 


Mientras continuaba meditando, recordé la conocida historia de Eva y Adán, donde la serpiente-satanás tienta a Eva, la primera mujer, y Eva tienta a Adán, el primer hombre, a comer la fruta prohibida. Según la historia bíblica, Adán ya sabía que no podía comer esta fruta, porque Dios se lo había dicho con anterioridad...pero él aceptó comerla de todos modos. Fue así que ambos comieron de la fruta prohibida y como resultado de su acción la pareja fue expulsada del Jardín del Edén. 

Esta antigua historia llegó junto a una larga serie de antiguas obras de arte religioso sobre la escena de la tentación. En las primeras, Eva era tentada mientras Adán no se daba cuenta.

 Izquierda: Adán y Eva por Blake
Derecha: Le Peche Originel 

En las siguientes, Eva se veía como una seductora traicionera tentando a un Adán inocente. 




 Lucas Cranach the Elder, Lucas Sünder in Kronach, Franconia in 1472

Luego la serpiente tenía un torso femenino. 


Izquierda: Escultura de Adán, Eva y la Serpiente en Notre Dame de Paris. 

Buonarroti, Michelangelo, Capilla Sixtina 

En un cuarto grupo, las caras de Eva y de la serpiente eran la misma cara…la serpiente - la cara misma de lo diabólico - era la cara de la mujer original… 

 Derecha: Raphael 'Stanza della Segnatura'

Furtmeyr Bible, Regensburg, after 1465 

Eva por Giuliano Bugiardini

Esas obras de arte dejaban un mensaje claro: lo femenino es por naturaleza embaucador, seductor y pecador, por lo tanto impuro… 

Súbitamente se volvió claro que, desde entonces, en gran parte del mundo Eva había sido culpada por el exilio y hasta denunciada explícitamente como la encarnación de la maldad. La habían hecho responsable de que la Tierra dejase de ser un paraíso y se convirtiese en el lugar del destierro. Aunque Adán sabía, antes que Eva, que no debía comer de la fruta prohibida, de algún modo, en la memoria inconsciente de gran parte de la humanidad Eva era la culpable.

Finalmente me di cuenta que este era el peso que, sin saberlo, había estado cargando todo este tiempo: la culpa de Eva. Había aceptado e incorporado esta sensación de que me faltaba algo, de no ser suficiente, de imperfección, un sentimiento vago de que debía haber algo errado que necesitaba arreglarse. Había tragado esta creencia tan profundamente que ni siquiera me había dado cuenta que lo había hecho. Y a través de mi esfuerzo de sentirme digna, buena, bella y valiosa, había permanecido fijada en esas imperfecciones intentando arreglarlas durante toda una vida. No había caído en cuenta de cuánto había absorbido esta creencia de “falta” como una verdad fundamental. De hecho si alguien me hubiera dicho que este era el caso, lo hubiera negado. Me parecía haber aceptado la culpa de la primera mujer, aún antes de saber sobre esta historia de la creación. 

Nunca antes había notado la forma en que esta historia y otras similares, me habían afectado, cómo habían marcado y definido mi propio sentido de ser mujer – esposa, madre, profesional y representante humana de lo femenino en el planeta – y como habían afectado mi apreciación y conexión con la madre Tierra. Reconocí además que esta visión negativa de lo femenino no me había impactado a mí sola. Había afectado y continúa afectando a muchas mujeres y varones alrededor del mundo. Es una noción que no solo se sembró en la historia de Eva y Adán, sino que alcanzó los sistemas de creencias de muchas culturas y fes. 

La realidad de la pureza esencial de lo femenino es uno de los secretos más grandes que el mundo patriarcal ha mantenido oculto por milenios. Es un secreto que ha permanecido tan velado a nuestra consciencia, que muchas de nosotras dejamos de saber que existió un secreto femenino. 

Sin embargo, el resultado de la desconfianza de lo femenino, la creencia consciente e inconsciente de su culpa y traición, continúan visibles en nuestra sociedad y alrededor del mundo. Por miles de años, la mujer ha estado cargando este peso, esta sensación de falta de pureza que nada tiene que ver con nuestra esencia. En muchos lugares esta suposición nos ha llevado a creer que las mujeres y lo femenino son inferiores o de menos valor que los varones y lo masculino. En otros, ha justificado los más horribles y terribles actos de maltrato y abuso de mujeres. Esta también es la razón de que las cualidades femeninas tanto en varones como en mujeres se desvaloricen, y es por esta misma razón que el planeta - nuestra madre y hogar - y el mundo natural hayan sido contaminados, profanados y destruidos… 

Historias como la de Eva, Adán y la serpiente se han contado y re-contado por cientos de años. Han viajado por nuestro planeta e impregnado el aire que respiramos. Viven en la profundidad de nuestro inconsciente colectivo. Las creamos o no, la mayoría de las mujeres lleva esta culpa de todos modos. 

El daño y desvaloración de lo femenino han ido tan lejos y ha continuado por tanto tiempo, que ya no podemos esperar que el tiempo devuelva lo que se quitó. No podemos esperar que otros reconozcan nuestra pureza esencial. Tenemos que hacerlo nosotras… Como sociedad hemos estado viviendo esta pesadilla por miles de años, una pesadilla que mantiene la creencia que lo femenino y las mujeres son algo que hay que desconfiar y temer, algo que castigar y atacar. Este es un sueño del cual es hora de despertar. Cuando una mujer reconoce su pureza intrínseca y vive la dignidad y libertad que esto implica, ella no solo se beneficia a sí misma, ella impacta el mundo. 

*hay obras de arte sin autoría. Si la conoces por favor házmelo saber.